Esta pobre
no sabía dónde ponerse. Y se quedó así, sobre la acera, junto a los
contenedores.
¿Soy de
papel? No no no.
¿Soy vidiro?
Noooooooooooooo.
¿Soy basura?
¡ni hablar!
Serrat no
pudo dedicarle una canción y ella murió olvidada, despojada de sus ojos, de los brazos y de su mitad inferior. Tan
sólo unas notas de color sobre su escote y su moñito recuerdan que algún día
fue casi una mujer.
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