domingo, 30 de noviembre de 2014

Quinta Torre Arias

Tras la verja, de izquierda a derecha: el Palacio del XIX, el torreón original del XVI y 
la casa donde vivió Teresa con su marido, del siglo XX .
Marquesa o duquesa, no tan famosa ni figurona como otras, Teresa fue una dama de vida sencilla y estudiosa que amaba la botánica. Debió disfrutar mucho junto a su marido, también estudioso, en esta hermosa finca heredada donde se hicieron construir un sencillo chalet de una planta. Estamos hablando de mediados del siglo XX.
La quinta de los marqueses de Torre Arias posee, como otras al uso, de todo: se trata de una amplia área en las afueras de Madrid, en la que se podía vivir de forma autosuficiente: huertos, ganado, jardines, casa-palacio... En este caso, situada en el nº 511 de la Calle Alcalá, distrito de Canillejas -hoy barrio, población independiente de Madrid hasta mitad del siglo XX-. Formó parte de la más conocida y contigua Quinta de Los Molinos y fue modelo de la muy cercana "El Capricho" de La Alameda de Osuna. (Dicho sea de paso, cuando quien escribe estas líneas estaba estudiando la carrera, El Capricho acababa de pasar a disfrute público y aún hoy se sigue invirtiendo en su rehabilitación).
Data la finca Torre Arias de 1580, y pasó de generación en generación hasta la muerte de Teresa. En 1980, el alcalde de Madrid, Juan Barranco, firmó un convenio urbanístico (probablemente negociado por su antecesor, el conocido "profesor" Enrique Tierno Galván) mediante el cual, la quinta pasaría a propiedad municipal a cambio de convertir en urbanizable parte del suelo de la quinta. Que nadie se asuste, para eso están los convenios urbanísticos. Con lo que no contaban estos alcaldes era con la presente crisis. Ya se han invertido 260.000 euros y tan sólo se han desbrozados los caminos y praderas de maleza, se han dispuesto algunos bancos y papeleras y se está comenzado la rehabilitación de las edificaciones. Mientras, los vecinos reclaman para sí una presunta cesión de parte de la quinta a la Universidad de Navarra, cosa que no se acaba de concretar.
Fachada del Palacio a la manera de palacios burgueses europeos 

El palacio es inmenso, de planta cuadrada con un gran patio interior, re-edificado en la época de los "neos", responde a un neomudéjar similar al Matadero de Madrid. Imposible ver su estado por dentro, sólo se nos ha enseñado la foto aérea.

Las fotografías son sólo un "aperitivo". La finca merece algo más que una visita. Algo más que esas visitas guiadas que organiza la Concejalía de Medio Ambiente de Madrid con gran acierto y mucha aceptación de público.

Paseo que conduce desde la entrada a la Finca hasta el Palacio

Cierro con una mención especial a Yolanda, nuestra guía, que nos habló de los tres tipos de cedros, los ágaves, el árbol de la "pata de elefante", la dificultad del ropaje negro en otros tiempos y de muchas otras cosas. Gracias a su vocación contagiosa y su simpatía pasamos unas casi dos horas estupendas.