Una buena costumbre cuando se llega a una ciudad desconocida es coger un trenecito o autobús que la recorre. Así, uno selecciona lo que quiere ver (porque no se puede ver todo, si no se quiere padecer de hemorragia informativa). Lo tomamos junto a la Alhambra. Nos cuentan que unos 250.000 habitantes pueblan esta capital, además de la nada desdeñable población estudiantil.
Una de las paradas es esta entrada a la Alhambra, no porque sea su acceso principal, sino porque es punto estratégico, en pleno corazón del gran bosque-parque. El acceso de transporte privado en esta zona está totalmente prohibido, por fortuna (¿¡cómo lo harían coches y personas en estas calles tan estrechas?!). Peatonalmente, la Cuesta de Gómerez conecta a través de este bosque la zona alta de la ciudad con el centro, llamando centro a la Plaza Nueva que es la Plaza tradicional donde nace la Calle Reyes Católicos, uno de los principales ejes urbanos.
Palacio de Justicia, hoy Tribunal Supremo de Andalucía, junto a la Plaza Nueva
Ya hemos recorrido el barrio del Albaicín, que siempre da sorpresas. Escojo la foto en una de las paradas, donde un perro me recordó a mi Pepo (q.e.p.d.) y la Calle del Beso (con leyenda que no transcribo).
Y estamos muy cerca de la Catedral, a la que entramos a oír Misa, por ahorrarnos los dos euros de la entrada y por curiosidad para ver a un arzobispo. De esta forma, conseguí pasar desapercibida para sacar la foto de la bóveda. Realmente, es la catedral más luminosa que he visto. Como otras muchas, se quedó sin rematar porque se gastaron las platas y oros de las Indias en innumerables guerras santas.
Otra de las cosas aprendidas en este viaje es el significado de la palabra CARMEN. Los numerosos cármenes que existen en Granada son viviendas unifamiliares con patio y huerto, y tapia-fachada a la calle. Me recordó algo a la tradicional vivienda castellana. Los hay de todos los tamaños y rango social. Solo puede sacar fotos de un carmen de un rico personaje, con un gran jardín y el Palacio al fondo del solar.