domingo, 13 de diciembre de 2015

Sepúlveda y los corderitos

Sepúlveda es sitio de ir a comer cordero, de excursiones, de contemplar paisaje y de perderse sacando fotos. Muy cercana a las Hoces del Duratón, y suficientemente cerca de Madrid, se llena de turistas los fines de semana y fiestas de guardar (madrileños por el mundo).
En la ermita de San Bartolomé, de un puro románico, ¡maravilloso!, el párroco y el sacristán se afanaban en dejar el nacimiento listo para las fechas que se avecinan. Cada vez llega antes la navidad. Hasta la alcaldesa madrileña ha tenido que claudicar faltando a su promesa de no encender las luces antes de diciembre.

La Navidad viene muy bien a estos pueblitos castellanos porque hacen su agosto, y más harían si se les hubiera contagiado el espíritu comercial de los madrileños. Por ejemplo, la venta de corderos: en la carnicería más cercana a la Plaza Mayor NO los llevan hasta Madrid, y los Julianitos (el mejor restaurante asador de Sepúlveda) cierran del 20d al 7e porque estas fechas son para estar en familia. Hacen bien. La cuestión es que la Plaza Mayor está poco animada pese a ser un sábado templado.
Muy cerca de la Plaza sin embargo, los alfareros venden sus botijos y las cazuelas de barro para asar -de las buenas, no como las de los chinos-, me dice el dueño del hostal mientras me explica cómo asar el cordero. No le sirven mis palabras: que soy mala cocinera y ni siquiera tengo horno.
El centro tiene un recorrido corto, pero los fanáticos de fotografiar detalles y tonterías, nos entretenemos más de la cuenta.

 

Plaza Mayor. Al fondo, cigüeñal sobre la torre

Clásica casa castellana de clase alta: un corral grande detrás de un muro alto alineado con la calle. Esta es la casa de la gente pudiente: no la nobleza, sino la clase media-alta que podía tener casa propia y ganado, e incluso trabajadores que vivían allí mismo. Muchas de ellas permanecen en buen estado y han sido rehabilitadas. Las clases bajas no tenían casa propia o bien, la construían con materiales de baja calidad que no permanecen en pie. 


Las hoces del Duratón se adivinan desde el punto más alto del núcleo urbano, aunque la sequía de este año no favorece el paisaje, mucho más verde en esta época normalmente.





También románica y mejor conservada que la ermita de San Bartolomé es ésta de la Vega, a la que se accede por una amplia plaza con un parque infantil. Muy cerca, el cuartelillo de la guardia civil, edificio que no falta en ningún pueblo de la geografía española, ya sea en uso o desuso. 
En esta plaza, además de los juegos infantiles al uso, hay un espacio reservado a juegos de ancianos (ya aparecerá la foto), que consisten en piezas para realizar ejercicios gimnásticos muy adecuados a esa edad -ya no tan lejos-.

En la foto de abajo, se puede ver al fondo la plaza citada.  Desde el atrio de la Ermita de la Vega.


Continuará... O no, ¡quién sabe!